Vivimos conectados, pero a lo loco. Saturados de información, pero sin brújula.
Y justo ahí, en medio del correveidile global, entra en escena un invitado de revolucionario, rompedor, sorprendente, eléctrico, como es Urano en Géminis. Este tránsito no es solo un cambio de frecuencia astrológica, es una señal del cielo para que repensemos cómo pensamos (si es que lo hacemos). Porque si Géminis rige la mente, el lenguaje, la comunicación, los pensamientos, los viajes, las redes neuronales y sociales… Urano es precisamente su octava mayor, y viene a hackearlo todo. Y lo hace con su estilo característico, es decir, inesperado, brillante… y algo insolente.
En otras palabras, prepárate para que las certezas se disuelvan como tinta en agua caliente. Lo que ayer parecía lógico, hoy se convierte en un enigma. Lo que dabas por sentado, se tambalea. Pero no es el fin del mundo, sino el principio de un cambio radical de paradigma en el pensamiento, las ideas y todo cuanto hemos nombrado con anterioridad.
Un pensamiento multiplicado y fragmentado
Con Urano en Géminis todo parece precipitarse como un torrente de datos sin cauce, una cascada de estímulos, ideas y lenguajes que nos atraviesan a velocidad de rayo. Géminis es el signo del pensamiento móvil, de las palabras que se entrelazan entre saberes, personas y hemisferios. Urano, por su parte, es el dios de las disrupciones, el portador del fuego robado al cielo, el relámpago que incendia las estructuras oxidadas de la mente y deja a su paso un suelo fértil para lo nuevo.
Con el tránsito de Urano por Géminis se impone el pensamiento múltiple, cambiante, veloz (o se inclina hacia el aturdimiento, la radicalidad, los bandazos de erráticos en el pensamiento y la opinión… cuando no se lleva bien). Un pensamiento que no busca la verdad última, sino el mejor acceso a una verdad posible, siempre provisional, siempre en proceso. Este es un tránsito que favorece la inteligencia que conecta, el saber transversal, el pensamiento que se atreve a mirar a través del muro. Los que sepan fluir con estos vientos tendrán la sensación de vivir no un solo mundo, sino muchos a la vez.
Un tránsito apropiado para:
- Explosión de creatividad mental, innovación educativa, nuevos lenguajes.
- Grandes avances en comunicación, redes, inteligencia artificial y neurociencia.
- Pensamiento rápido, transversal, con múltiples niveles de comprensión.
- Renacimiento del saber enciclopédico y del arte de la síntesis.
- Fomento de alianzas, redes colaborativas, aprendizaje autodidacta.
Y para tener cuidado con:
- Saturación informativa, dispersión mental, superficialidad.
- Tendencia a vivir en lo virtual y desconectarse del cuerpo y lo real.
- Exceso de racionalización o hiperactividad mental.
- Dificultad para sostener procesos profundos o compromisos duraderos.
- Riesgo de manipulación de la información o desinformación masiva.
¿Cómo se navega una época así?
Con curiosidad sin miedo. Con humor. Con pensamiento crítico, sí, pero también con capacidad de asombro, porque este Urano en Géminis no viene a darte respuestas (eso sería demasiado cómodo), sino a entrenarte en el arte de hacer las preguntas buenas, esa que abren caminos, que te obligan a mirar de otro modo y que no tienen botón de respuesta automática, como esas que antes te salían por pura inercia o costumbre.
Puede que estés recibiendo muchas notificaciones, pero ¿escuchas la notificación interna, la conversación contigo mismo? Esa que te dice «cambia de canal, actualiza tus ideas, suelta la vieja narrativa…» Géminis es aire, y Urano es rayo. Juntos, no te dan un mapa, pero sí una antena. Y tal vez de eso se trata, de afinar la antena en medio del ruido. No para tener todo claro, sino para sintonizar lo esencial y, al mismo tiempo, resintonizarte a ti mismo.
Así que lee, escribe, habla, calla a tiempo, escucha lo que no se dice, y, sobre todo, no dejes que nadie piense por ti. Urano en Géminis premia a los que se atreven a pensar distinto, incluso si eso incomoda. A quienes tienen el valor de ser auténticos y de ir por la vida sin miedo, sabiendo que ésta es un continuo aprendizaje que realmente se extrae cuando nos atrevemos a experimentarnos, a vivir a pleno pulmón y a ser nosotros mismos. Porque la experiencia es la madre de la ciencia.
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