Un horóscopo o Carta Astral contiene doce casas astrológicas, división del espacio que resulta según la hora y las coordenadas para las que se calcule el horóscopo. La diferencia básica que podemos establecer entre los doce signos del Zodiaco y las doce casas es que mientras los signos representan determinantes cósmicas, las casas señalan circunstancias más próximas a nosotros o más geográficas. Por ejemplo, los signos tienden a indicar que tipo de cosas nos ocurren, mientras que las casas representan el mapa del lugar de los acontecimientos, esto es, en qué ámbito de la vida nos ocurren.

Angulares (I, IV, VII y X).- Casas que inician cada uno de los cuadrantes. Se les suele dar más importancia que a las demás porque constituyen los ángulos de la Carta Astral, y vienen marcadas por el Ascendente, el Fondocielo, el Descendente y el Mediocielo, respectivamente. Por relación de analogía, corresponden a los cuatro cambios de estación del año, por lo que representan sectores básicos de la vida: el yo, la familia, la pareja y la profesión, respectivamente.

Sucedentes (II, V, VIII y XI).-  Casas de desarrollo o de afianzamiento de las energías. Las condiciones que generan las Casas Angulares necesitan ahora ser consolidadas o destruidas, provocándonos la aceptación o el rechazo.

Cadentes (III, VI, IX y XII).- Casas a través de las que se hacen las adaptaciones y los reajustes de las energías, especialmente en sentido físico e intelectual.

La vida de una persona comienza en el Ascendente, equivalente al nacimiento, a partir del cual hacemos una especie de peregrinaje particular que dura toda la vida, siendo necesario que, a lo largo de la misma, pasemos por todas y cada una de las etapas, con mayor o menor fortuna en función de las posiciones planetarias y zodiacales que en ellas nos aguarden.

Si las consideramos de una en una, sus significados básicos son los siguientes:

Casa I.- El yo. Disposiciones físicas y mentales. Modo de enfocar las cosas y de canalizar nuestras energías.

Casa II.- Los recursos propios de todo tipo y el modo de manejarlos, pero, especialmente, el dinero. Ganancias y gastos. Acumulación y conservación.

Casa III.- Los intercambios con el mundo. Las comunicaciones, los viajes  y los estudios. Formación de ideas del entorno.

Casa IV.- Las raíces, familia, hogar y patria. La intimidad y la base de nuestra identidad. Padre o madre.

Casa V.- La expansión, los juegos, las diversiones y la aventura. La creatividad y los hijos.

Casa VI.- La salud. El trabajo. Las cosas cotidianas de cada día. Los animales domésticos,

Casa VII.- El otro. La pareja. La demanda de la sociedad sobre nosotros. Los contratos y los socios.

Casa VIII.- La muerte. Los procesos de regeneración. Los recursos ajenos o que nos llegan a través de los demás. Las herencias, legados y préstamos.

Casa IX.- Los largos viajes, tanto físicos como mentales. La filosofía de la vida. La interpretación del mundo.

Casa X.- La profesión. El destino. La madre o el padre. El compromiso social. Los honores.

Casa XI.- Los amigos, colaboradores y equipos. Los proyectos. El autocontrol.

Casa XII.- Los grandes problemas. Enfermedades de tipo crónico. Hospitalizaciones y lugares de confinamiento. Soledad.

Cada uno de estos sectores viene condicionado en nuestras vidas según los signos zodiacales y planetas que se ubiquen en ellos. Pero su contenido es mucho más amplio de la síntesis que aquí exponemos. En realidad, no pueden -como nada en Astrología- interpretarse por separado, sino que forman un todo que incluso puede dar un mensaje para la evolución del propio individuo.